Sala de Prensa

05/10/2017

Columna de opinión:

Cárcel y género

El siguiente artículo, escrito por el Defensor Regional de Arica y Parinacota, fue publicado en el diario de La Estrella de Arica.

 Claudio Gálvez, Defensor Regional de Arica y Parinacota.

Claudio Gálvez, Defensor Regional de Arica y Parinacota.

Por Claudio Gálvez Giordano,
Defensor Regional Arica y Parinacota.

Mucho se ha dicho en relación con la necesidad de repensar las formas de repuesta estatal frente al delito, buscando soluciones más creativas que la mera cárcel, demostradamente ineficaz (más de la mitad de quienes egresan de ella reinciden antes de tres años, generalmente en delitos de mayor gravedad) y desocializadora.

Pero hilando más fino y refiriéndonos a uno de los sectores más vulnerables dentro de sus usuarios -las mujeres-, surge la pregunta de si es posible modelar la respuesta punitiva del Estado con una perspectiva de género.

En el caso de las mujeres, los factores que las atraen al delito son marcadamente socioeconómicos y los efectos de la encarcelación, por lo mismo, se multiplican. Si bien menos del 9 por ciento de los presos son mujeres, cerca del 90 por ciento son madres, con un promedio de tres hijos cada una, y casi dos tercios de ellas eran jefas de hogar, sostenes únicos de sus familias en consecuencia.

Cada una de esas mujeres presas significa, por tanto, una familia disociada e hijos que quedan a la deriva, en manos de familiares en el mejor de los casos, o de instituciones estatales en el peor (no olvidemos que la mitad de los presos actuales pasó por hogares de menores en su niñez). La vulnerabilidad se replica y multiplica. Los efectos nocivos de la cárcel también.

En estos casos se hace incluso más urgente la necesidad de pensar en alternativas. Por ejemplo, en formas de cumplir pena domiciliariamente o, derechamente, bajo formas de libertad controlada y supervisada, a fin de que mujeres embarazadas o con hijos recién nacidos no deban obligadamente mantenerlos en ambiente carcelario o perderlos, y que aquellas que son jefas de hogar tengan alternativas de mantención de éstos, en que reciban un apoyo estatal a fin de facilitar reinserción y evitar reincidencias por motivos económicos.

¿Muy caro y costoso para el Estado? Mantenerlas presas significa un costo cercano a los $ 600 mil al mes, con todos los efectos negativos ya mencionados. Es hora de dejar de pensar en excusas y pasar a la búsqueda de soluciones más creativas que el mero discurso delincuencia-castigo-cárcel.

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