Sala de Prensa

02/10/2020

Columna del Defensor Regional de Arica y Parinacota, Claudio Gálvez

La violencia de la prisión preventiva

Según cifras de la Defensoría, a nivel país en más del 50 por ciento de los casos las personas presas terminan siendo condenadas a penas no privativas de libertad, dándose la paradoja de que se les mantiene en la cárcel mientras se les presume inocentes, y cuando finalmente se les condena, con convicción de su participación en algún ilícito, dicha condena significa que no se les priva de su libertad.

Por Claudio Gálvez Giordano,
Defensor Regional de Arica y Parinacota. 

Cuando una persona está siendo investigada penalmente, significa que la Fiscalía y la policía están precisamente en busca de pruebas fehacientes de la participación en un delito de dicha persona. No se ha demostrado aún su culpabilidad, no ha existido un pronunciamiento definitivo de un tribunal. Precisamente por ello, todas las personas en dicha situación tienen el derecho a ser tratadas como inocentes, durante toda esa investigación y hasta que un tribunal dictamine lo contrario.

Una conclusión obligada de esta protección especial es que mientras uno esté siendo investigado y deba ser tratado como inocente, debiera estar libre y sometido a las menores restricciones posibles a sus derechos, y sólo en casos excepcionales y por causales especialísimas pudiera ser dejado en prisión preventiva. Lo anterior es particularmente cierto tratándose de delitos menos graves o que traigan aparejadas penas bajas o que no impliquen cumplimiento en la cárcel.

Lamentablemente, esto que es claro conceptualmente, en la práctica no se produce así, merced a sucesivas enmiendas legales que han terminado desvirtuando los objetivos principales de la reforma procesal penal, y a una política y una visión respecto de la 'mano dura contra la delincuencia', que termina jugando en contra de culpables e inocentes por igual.

Según cifras de la Defensoría, a nivel país en más del 50 por ciento de los casos las personas presas terminan siendo condenadas a penas no privativas de libertad, dándose la paradoja de que se les mantiene en la cárcel mientras se les presume inocentes, y cuando finalmente se les condena, con convicción de su participación en algún ilícito, dicha condena significa que no se les priva de su libertad.

Las cifras anteriores nos hablan de un uso de la prisión preventiva que la convierte en una verdadera pena anticipada, más dura e implacable incluso que una condena definitiva. La contradicción es evidente, y la reflexión obligada, pues nos muestra un uso violento y cada vez más indiscriminado de la prisión preventiva.


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