Sala de Prensa

26/09/2023

En diálogo intrapenitenciario:

Mujeres quechuas privadas de libertad piden más contacto con sus hijos

Hasta ahora, las mujeres migrantes y extranjeras que se encuentran en el pabellón 6 de la cárcel de Acha, tienen derecho a una videollamada al mes, con un tope máximo de 20 minutos.

El Defensor Regional de Arica, Sergio Zenteno, encabezó el quinto diálogo participativo intrapenitenciario, en lo que va del año. En el encuentro, que duró cerca de tres horas, el equipo regional conversó con 37 mujeres de origen quechua, que permanecen en el Centro Penitenciario Femenino de Arica, en Cuesta de Acha.

Si bien, la mayoría -29- está cumpliendo condena y solo ocho en prisión preventiva, todas están vinculadas a la comisión de algún delito tipificado en la Ley 20.000 sobre tráfico de drogas. En cuanto a su situación migratoria, el 95 por ciento proviene de Bolivia, específicamente de la ciudad de Cochabamba y el cinco por ciento proviene de alguna ciudad del sur del Perú.

Lo anterior repercute, y así se lo hicieron saber a las y los defensores, en que muchas de ellas llevan hasta tres años, sin recibir visitas. Siendo el único contacto con su familia, una videollamada al mes de un máximo de 20 minutos. Si la señal de internet es inestable, como ocurre generalmente en la zona, deben esperar hasta el mes siguiente. .

“Defensor, dejé a mi hija menor de ocho meses. No sé cómo decirle… pero no la conozco. Cuando me comunico con mi familia, debo priorizar con quien hablar y esa persona siempre es mi hija mayor, que es quien está a cargo de todo”, partió diciendo Mabel, 37 años, una vez que se lograron armar los grupos de discusión.

“Defensor…. Mi hija pequeña estará de cumpleaños el 5 de octubre. Cumplirá tres años. ¿Usted cree que yo pueda llamarla ese día, solo para saludarle, sin tener que perder mi videollamada mensual?”, continúo Mabel.

En otro círculo de conversación, Inés Flores, la facilitadora intercultural de la Defensoría Regional, de origen aymara, privilegió conectar las necesidades de las mujeres, desde los elementos que las unen.

“Quechuas y aymaras somos pueblos hermanos. Compartimos la oralidad, la costumbre de trabajar la tierra y cuidarla, así como cuidamos a todas y todos los seres. Tenemos familia, tradiciones y creencias que se vinculan. Hemos crecido viendo lo importante que es el diálogo”, dijo Inés mirándolas.

Tras el diálogo, las y los funcionarios, acordaron realizar un programa de difusión en derechos a mujeres  de pueblos originarios, privadas de libertad, quienes, pese a la especialización del sistema de justicia y a la particular atención que el Estado procura a este grupo vulnerable, sus demandas continúan siendo las mismas: mantener el contacto con sus familias, y sobre todo, con sus hijas e hijos.

La pluralidad cultural y espiritual, que se torna aún más evidente en las regiones del norte del país, se manifiesta con mayor fuerza al interior de los recintos penitenciarios.

Las demandas de los pueblos originarios siguen presentes y se traducen, no solo en buscar el respeto al derecho de participar en las manifestaciones y cosmovisión de su cultura que, en el caso de las mujeres indígenas, se traduce en la urgencia de mantener, a través de la comunicación, un contacto de más y mejor comunicación con sus familias.

A 30 años de la promulgación de la “Ley Indígena”, sigue siendo un desafío para el Gobierno y sus servicios, cumplir lo que el Estado comprometió en la normativa.

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