Sala de Prensa

09/10/2012

Charla en el poblado de Caquena

Defensoría de Arica marca record al difundir derechos penales en el altiplano

Un equipo de profesionales de la DPP difundió sus tareas y los derechos de los ciudadanos a 4 mil 600 metros sobre el nivel del mar, muy cerca de la frontera con Bolivia.

Ante uno de los paisajes más bellos, agrestes y olvidados del altiplano chileno, 16 vecinos del pueblo de Caquena conocieron qué es la Defensoría Penal Pública, qué derechos tienen los ciudadanos como ellos en el ámbito penal y cómo pueden hacerlos valer incluso desde su aislamiento.

Desafiando los 4 mil 600 metros sobre el nivel del mar del poblado y el sorprendente frío que permanece a esas alturas aún bajo un esplendoroso sol, el jefe de Estudios de la Defensoría Regional de Arica y Parinacota, Víctor Providel, les explicó estos temas y, junto a la facilitadora intercultural, Inés Flores Huanca, respondió a sus consultas, saludos y simpatías.

Este nuevo paraje altiplánico hasta donde llegó nuestra institución queda a 180 kilómetros de Arica, al extremo norte del territorio nacional, tras los Payachatas -los volcanes que se ven desde el Lago Chungará-, en la frontera con Bolivia y en un desvío de los caminos principales de la provincia de Parinacota.

En esos extensos parajes habitan unas 30 personas, todos pastores de llamas y alpacas, con sólo cinco niños entre ellos. Además hay cinco carabineros, un profesor y dos albañiles que temporalmente y en pleno día laboran protegidos por pasamontañas, porque el sol quema helado por esos pagos.

“Ustedes tienen derechos que nosotros ayudamos a hacer valer”, explicó Providel, superando las molestias de la puna, mientras una quincena de ganaderos lo escuchaban sentados en una gran piedra que sobresalía en un descampado que tiene los volcanes como telón de fondo. A un costado esperaba una manada de llamas y alpacas de propiedad de un vecino, quien llegó a la charla tras caminar horas desde un alejado sitio de pastoreo.

CONTROL DE IDENTIDAD
Los asistentes escucharon con mucha atención y sus consultas apuntaron principalmente al control de identidad que la autoridad policial aplica habitualmente, lo que provoca incomodidades lógicas a personas que transitan guiando a su ganado por entre las montañas. “No llevamos carné al pastoreo por miedo a perderlo y es un papel difícil de conseguir”, explicaron unánimemente, encabezados por el presidente de su junta de vecinos, Hernán Pacasa.

Tras saludarlos en su idioma aymara natal, la facilitadora intercultural citó ejemplos de enjuiciamientos a otros pastores aymaras a los que la Defensoría ha representado. “Sentí emoción con esta experiencia, lo que reforzó mi compromiso hacia estos hermanos que con tanto esfuerzo llegaron a escucharnos, dejando sus estancias y acarreando su ganado hasta llegar al pueblo”, expresó Inés Flores Huanca, quien nació en un poblado cercano a Caquena.

“Fue un diálogo extremadamente cordial y emotivo, porque son muy pocas las oportunidades que uno puede compartir y difundir los derechos ante comunidades postergadas por siglos”, remarcó el jefe regional de Estudios de la DPP al terminar la actividad.

La charla sobre la misión y las funciones de la Defensoría Penal Pública -además de los derechos de las personas ante el sistema penal- duró poco más de 45 minutos, finalizando con aplausos de manos morenas y rostros curtidos por el sol de las alturas, que brilla y casi no abriga. El calor lo pusieron los habitantes de Caquena, quienes sonreían al escuchar que tenían nuevos amigos y abogados que llegaron a su pueblo y les ofrecieron ayuda y respeto.

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