Sala de Prensa

31/05/2013

Proyecto de folclore en cárcel de Peumo

Cuando la música aplaca la soledad del encierro

Desde febrero se ejecuta el proyecto “Folclore para la reinserción”, iniciativa promovida por la Defensoría de O’Higgins y financiada por el Gobierno Regional

Andrea Contreras Márquez
Defensoría regional de O’Higgins

La fría y lúgubre entrada al patio de la cárcel de Peumo esta mañana estaba adornada del sonido de cuerdas, flautas y percusiones que venían de la sala de ensayo. Ahí un grupo de 15 hombres  entusiasmados entonaban canciones del folclore tradicional y contemporáneo. Dos tatitas empecinados sacaban los arpegios en sus guitarras, mientras un interno más joven con el pandero preparaba ritmos más parecidos al tropical, que al trote nortino… pero sus movimientos y la energía con la que hacía sonar su instrumento eran contagiosos.

El profesor tocaba el bajo, mientras “el Patito” sacaba algunas notas en otro y se dedicaba a perillar los altos para que la amplificación sonara bien.  Frente al micrófono – que casi se lo comía – Arturo cantaba con el alma y Ricardo le hacía los agudos de la canción “¿Que hacen aquí?” de Illapu.

Alfredo se nos acercó y mientras los otros seguían con el ensayo – medio gritando – nos conversaba sobre la organización del grupo. “El Roberto no cachaba na’ (sig) de instrumentos, pero quería entrar al taller, así que le pasamos el palo de agua. Lo mismo con el Alejandro, pero él tiene el tormento. Es que desde que partió el proyecto- hace tres meses - los otros chiquillos nos escuchan y se han querido unir a nuestro grupo. Es que cantamos bien y felices. Acá se nos olvida el encierro.”

“Pero partimos con problemas po’ (sic) – señaló de improviso Claudio – recuerda que cuando llegaron los instrumentos y los equipos de amplificación hubo una división en el grupo. Unos querían folclore y otros tropical. Pero llegamos a un acuerdo: los martes tocamos sound y misceláneo y los viernes,  cuando viene el profe,  nos aplicamos con el folclore”.

¡Pucha, falta el sicólogo!, gritó el Patito. ¿Quién es? – preguntamos.

El sicólogo pues, Don Francisco, que viene a apoyarnos con el charango.

Efectivamente a los pocos minutos entra a la sala de ensayo el sicólogo de la unidad y toca con los internos un par de temas. Después se acerca y nos cuenta de lo saludable que ha sido para los muchachos esta actividad. “ Gracias a este proyecto los chicos se logran evadir del encierro. De hecho, el taller es sólo dos días a la semana, pero acá le damos acceso a los instrumentos cada vez que los piden. Ya han hecho un par de presentaciones durante las visitas, la última fue para el día de la mamá”.

Nos vamos, dejándolos en su ensayo, con el gustito agradable de haber sido promotores de un proyecto que por menos de 4 millones de pesos (aportados por el Gobierno Regional de O’Higgins) ha logrado contribuir a que más de 20 internos de la cárcel de Peumo tengan una mejor calidad de vida y días más llevaderos en su cautiverio.

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