Sala de Prensa

20/04/2016

Caso de madre que trató de matarse junto a sus dos hijas reveló el daño psicológico que provocó toda una vida sometida a violencia intrafamiliar.

La dura historia de vida que mostró juicio oral por parricidio frustrado

Pese a que fue condenada, el tribunal acogíó cuatro atenuantes, que le permitieron a Ruth Pineda cumplir su pena en libertad.

Por José Ignacio Aguirre O.,
Defensoría Regional Metropolitana Norte.

El desarrollo del juicio oral contra Ruth Pineda (45) en el Séptimo Tribunal Oral de Santiago entregó progresivamente datos y matices para entender el escenario que se generó la noche del 9 y 10 de febrero de 2015, en que la imputada trató de terminar con su vida y la de sus dos hijas.

La causa fue conocida mediáticamente como el cruento caso de una mujer que inyectó detergente y dio clonasepa a sus niñas, mientras que ella bebió veneno para ratas. Pero la defensa pública de la mujer demostró que lejos de tratarse una persona indolente al sufrimiento ajeno, como planteó la fiscal Carolina Fuentes, la acusada obró de esa forma en un momento de desesperación y enajenación, fruto de una historia marcada por la violencia física y psicológica.

Primero como una niña maltratada en el seno familiar y después, ya como adulta, con las dos parejas con las que compartió su vida. Y por eso, los defensores públicos Fabiola Vallejos y Mario Palma no se sorprendieron al conocer la decisión del tribunal.

Si bien los magistrados Colomba Guerrero, José Marinello y Carlos Escobar resolvieron por unanimidad condenar a la imputada por dos delitos de doble parricidio frustrado en contra de sus hijas Catalina (8) y Máxima (6), aceptaron el planteamiento de acoger cuatro atenuantes en su favor: imputabilidad disminuida (art. 11 N° 1 del Código Penal), denunciar y confesar su delito (art. 11 N° 8), colaboración sustancial (art. 11 N° 9) e irreprochable conducta anterior (art. 11 N° 6).

En definitiva y tras acogerse estas atenuantes, la condena de cinco años de presidio efectivo fue sustituida por una pena de libertad vigilada.

DESDICHADA NIÑEZ
El juicio oral no estuvo exento de testimonios contradictorios. La madre de la imputada, Adelaida Escobar, que se definió como una estricta evangélica, sorprendió al declarar como testigo de la Fiscalía. Aunque reconoció que era dura con sus hijas, dijo que a Ruth sólo la golpeó en una oportunidad.

Sin embargo, Elizabeth Pineda Escobar, hermana de la imputada, declaró como testigo de la defensa y dijo que la violencia en contra de ambas era reiterada y que su madre las golpeaba con lo que tuviera a mano, no sólo con la correa. “Nos pegaban por todo”, explicó.

Recordó, por ejemplo, que por una disputa con Loriana, la hermana mayor, su mamá tomó una manguera y golpeó a Ruth hasta dejarla marcada en brazos y piernas. "Después de esa golpiza, la Ruth se tomó el frasco de Clonazepam, donde corrió riesgo su vida", aseguró.

Según Elizabeth, ella también sufrió mucho. Contó, por ejemplo, que los 6 años su madre la castigó por una travesura poniéndole las manos en el fuego de los quemadores de la cocina.

Sobre el estado mental de su hermana, aclaró que ella no estaba bien y que, de hecho, debía internarse en febrero de 2015 en el Hospital Salvador –días antes del intento de parricidio y suicidio-, pero no lo hizo porque su madre no la ayudó con el cuidado de las niñas.

HISTORIA CORROBORADA
María Escobar, tía de la imputada y hermana de su madre, corroboró en su declaración la historia de maltratos. Dijo que la vida de Ruth desde pequeña fue miserable y que vio personalmente cómo ambos padres la golpeaban duramente. Señaló que el padre era un borracho que golpeaba a su mujer, quien se desquitaba con sus hijas Ruth y Elizabeth. Agregó que su sobrina desde hacía tiempo que tenía depresión, pero que siempre fue cariñosa con sus hijas.

Otro episodio traumático que recordó la propia imputada -quien accedió a declarar en el juicio- fue cuando en uno de sus arrebatos su padre, estando ebrio, roció la casa familiar con combustible con su familia adentro y amenazó con prenderle fuego.

Todos estos testimonios fueron avalando lo que los defensores públicos Mario Palma y Fabiola Vallejos plantearon desde el mismo alegato de apertura, contexto en que tambipen precisaron que el primer intento de suicidio de Ruth Pineda ocurrió después de una nueva golpiza, cuando a los 11 años de edad se tomó un frasco de clonazepam.

LOS ABUSOS SIGUEN
Palma y Vallejos explicaron que la vida adulta de la imputada no fue mejor. Su primer marido, que no trabajaba y consumía drogas, abusaba físicamente de ella, al punto de que lo denunció por violación ante la antigua justicia del crimen. Sin embargo, en un fallo insólito, el tribunal desestimó el caso, porque a su juicio no podía haber delito de violación entre una mujer y su esposo.

Una vez separada, Ruth no tuvo mejor suerte con su segunda pareja, con quien formó un nuevo hogar junto a sus dos hijas. De hecho, reiterados episodio de violencia de su nuevo compañero con su hija mayor la obligaron a denunciarlo por violencia intra familiar.

EL COLAPSO
Ante el difícil escenario que enfrentaba, Ruth debió volver a la casa de su madre junto a sus hijas. La vida para ellas se tornó en varios aspectos aún más difícil. El episodio en que la imputada trató de auto eliminarse junto a sus hijas ocurrió –según explicó ella misma- en un período en que su madre se ausentó durante una semana de su casa por un encuentro de su iglesia.

La mujer explicó que en la casa no había nada para comer y tampoco tenía dinero, por lo que no vio otra alternativa que salir a la calle a pedir limosna para alimentar a sus hijas. En medio de esta situación desesperada, Ruth Pineda creyó que una manera de terminar con su drama y  el de sus niñas era terminar con sus vidas.

Sin embargo, tal como alegó la defensora pública Fabiola Vallejos, tras este momento de enajenación ella fue capaz de reaccionar y pidió ayuda, la que llegó a tiempo y permitió que todas sobrevivieran. Después, ella misma se denunció ante la policía y confesó su delito, agregó la abogada. 

LIBERTAD Y NUEVO DRAMA
Con el reconocimiento de las cuatro atenuantes, Ruth podrá cumplir su pena con libertad asistida, esto es con la supervisión de un delegado de Gendarmería.

Después de más de un año en prisión preventiva, la mujer sale en libertad con el dolor de no poder ver a sus hijas, que quedaron al cuidado de su abuela, pues el tribunal decretó también la prohibición de acercarse a ellas durante dos años.

Sin embargo, Ruth Pineda manifestó su esperanza de recuperar a sus hijas, que son su familia. Para ello expresó su deseo de someterse voluntariamente al tratamiento psiquiátrico que disponga el delegado de Gendarmería, con el único objetivo de volver a vivir con ellas algún día.

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